Una viajera del tiempo.



Analía90 vivía en una casa de paredes invisibles y ventanas que daban al pasado. Allí, pasaba las tardes escribiendo cartas a personajes históricos. Cada carta, escrita con pluma y tinta de lágrimas, desaparecía al ser sellada, solo para aparecer en manos de quien debía recibirla.

Su primera carta fue para Cleopatra, preguntándole si el amor era más venenoso que las serpientes. Cleopatra le respondió con un pétalo de loto que olía a traición.
La segunda fue para Leonardo da Vinci, pidiéndole un boceto de un futuro sin guerras. El dibujo llegó lleno de tachaduras, como si hasta él dudara de tal utopía.
Finalmente, escribió a Galileo, pidiéndole que mirara hacia adelante, no hacia arriba. Galileo le envió un telescopio roto, sugiriendo que los verdaderos descubrimientos se hacen a ciegas.

Analía90 no sabía si era una viajera del tiempo o simplemente una escritora con mala puntería. Pero cada respuesta la hacía sentirse más viva, más real.

Un día, decidió escribirle una carta a sí misma, dirigida al futuro. La respuesta llegó en forma de viento que le despeinó el alma. Supo entonces que el tiempo no tenía dirección, y que sus palabras flotaban en un océano sin orillas.





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